Hoy
queríamos hacer un símil, una comparación. Como todo sabréis, el PP, y el
entorno de esta derecha rancia y anclada en el pasado, utiliza a ETA como un
comodín para desacreditar todo lo que no les gusta, o todo lo que no entienden.
¿Pues sabéis qué? La izquierda más rancia y anclada en el pasado, hace
exactamente lo mismo, pero en este caso no utiliza a la ETA, sino a esa misma derecha
rancia, y a los complots que ésta, según nos dicen, no para de elaborar.
Pero eso no ye todo, además,
estos dos ámbitos de la política española no sólo coinciden en las formas, sino
también en los casos. Es decir, los dos critican los mismos hechos. Si para la
derecha más rancia el 15M era ETA, para la izquierda más rancia era un complot
de la derecha para evitar una revolución de izquierdas. Si para la derecha más
rancia el 25S rodea el congreso era un acto terrorista, para la izquierda más
rancia era otro complot de la derecha para evitar que se construya una
verdadera oposición al capitalismo.
Y es que para este ámbito de
la izquierda todo, y cuando decimos todo ye todo, lo que no sea ellos mismos,
es contrarrevolucionario y/o fascista. Primero lo fue el 15M y DRY, después el
grupo Anonymous y el OWS, el 25S, las mareas también tuvieron lo suyo con la
celebración de la manifestación del 23F, y tampoco se salvó el Partido X, e
incluso también fueron tachadas de contrarrevolucionarias agrupaciones como el
Frente Cívico del propio Anguita, y ya, por último, y que fue lo que motivó
esta introducción, también se está tachando de contrarrevolucionario a Podemos,
y a sus caras más conocidas de burgueses progres.
Vamos a decir una cosa, y
que no se ofenda nadie, lo decimos sin acritud, vamos, sin mala leche, pero los
antaño revolucionarios se están convirtiendo en parte de la reacción, en
reaccionarios. Sus posturas inmovilistas y su actitud excluyente, no sólo los
aísla a ellos mismos cada vez más, sino que también los convierte en un lastre
para muchos movimientos y acciones que actualmente se están llevando a cabo. Y
es que sus críticas no son entendidas en un momento en donde todo el mundo está
empujando, en donde todos pedimos unión.
Los grandes sindicatos son
acusados de colaboracionistas con el sistema, su actitud ante los recortes así
lo atestigua, pero pretender ser todo lo contrario, es decir, creerse el
paladín de la justicia del pueblo, y tener una hoja de ruta tan clara que nunca
toma en consideración la de los demás, al final, produce el mismo resultado.
Y lo volvemos a repetir,
no se trata de acusar, sino de construir, los tiempos cambian, las personas
cambian, y aunque el objetivo sea el mismo, los discursos, por tanto, también
deben cambiarLa Oveya Negra
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