El jueves pasado hemos
vivido una nueva tragedia de la inmigración, 15 subsaharianos han fallecido
ahogados mientras intentaban cruzar la frontera entre Marruecos y España.
Buscando un futuro mejor en Europa, se han aventuraron a… y blablablá, y blablablá, qué bien queda en la prensa este
tipo de titulares y que bien queda en la boca de los políticos, este tipo de
argumentos, pues que se sepa, y lo decimos bien alto y claro, SON MENTIRA. Sí,
sí, no son más que falacias de lo políticamente correcto, no son más que
comentarios asépticos que quieren mostrar falsos sentimientos, seamos
realistas, sí al rey no le quita el sueño el paro de los jóvenes españoles, ni
las ganas de ir de cacería a Botswana, también sea dicho, la muerte de 15
inmigrantes ni siquiera le va a joder la siesta, ni al rey ni a ninguno de nuestros políticos.
Estos 15 inmigrantes han
sido asesinados, sí, sí, asesinados, un asesinato ejecutado por la guardia
civil, pero que tiene como verdaderos autores a
nuestros políticos. Y no son sus primeros crímenes.
Pero haríamos mal en mirar
solamente a los políticos españoles o italianos, acordaros lo que sucedió hace
apenas 3 meses en Lampedusa, Italia, cuando murieron más de 300 inmigrantes. Ya
que mientras los países del sur cargan con la labor de ser la frontera física
con el continente más empobrecido del mundo, los países del norte miran para
otro lado, a la vez que la UE endurece las leyes de inmigración. Así, la
solución que proponen para evitar esto, es la de poner cuchillas en una valla
que ye cada vez más alta, más larga y tiene más vigilantes vestidos de verde.
Nos parecía horrible el muro
de Berlín, y por ello se celebró en todo el mundo su caída, pero luego
justificamos el levantamiento no de uno, sino de varios muros igualmente
injustos. Aparte del muro de la inmigración de Ceuta y Melilla, existe un muro
de la vergüenza construido por Israel entre judíos y palestinos y otro más
entre EEUU y México. Todos ellos separan a pobres de ricos, a oprimidos de opresores,
a unos pretendidos delincuentes, de unos autoproclamados como justos, pero ojo!
sólo en un sentido, el Rey puede ir de cacería a la África negra sin saltar
ninguna valla, Nestlé puede sortear guerra tras guerra mientras esquilma las
tierras africanas sin cruzar en patera ningún estrecho, o las empresas mineras
esclavizan a niños para obtener sus recursos minerales que luego convierten en
ordenadores o coches para nosotros, sin ser perseguidos por la guardia civil o
ser tachados de ilegales.
Este ye el genocidio del
capitalismo, un genocidio de pobres, un asesinato de los desheredados de la
globalización… un crimen, ocultado por los medios de comunicación… y ejecutado,
por los políticos.
La Oveya Negra
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