• LOS INICIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO: El Cartismo y el Ludismo

    Esta semana vamos a hablar sobre el Ludismo y el Cartismo, dos movimientos de lucha social que pertenecen a la primera etapa de formación del movimiento obrero. Estos movimientos nacen en Inglaterra a principios del siglo XIX, periodo en el que ya encontramos un capitalismo industrial asentado y en pleno desarrollo gracias a la incorporación de nuevas maquinarias y técnicas industriales cada vez más perfeccionadas, pero también, a una mayor relación entre empresarios y políticos. Esta relación generaba un contexto jurídico y social favorable al desarrollo de esta industria, controlando salarios, restringiendo el derecho a huelga o, entre otras cuestiones, poniendo al servicio del empresario las fuerzas del orden. Pero aun así, y pese a sus esfuerzos, los obreros encontrarían ámbitos en los que plasmar sus reivindicaciones. Pero eran ámbitos diferentes a la que todos conocemos, ya que hemos de recordar que estas van a ser las primeras luchas organizadas que se realizaron desde los centros de trabajo. Comencemos hablando del Ludismo, este movimiento obrero tiene su origen en una manifestación llevada a cabo por los obreros de la industria textil en Nottingham en 1812, que pedían trabajo y un salario más justo. Como no podía ser de otra manera, el Estado inglés envió fuerzas para reprimir a los trabajadores, en este caso el ejército, atacando brutalmente la manifestación. La respuesta de los trabajadores fue la de incendiar unas 60 máquinas de tejer esa misma noche. Estas acciones destructivas de maquinaria industrial se extendieron por otras zonas de intensa industrialización de Lancashire y Yorkshire, tomando como líder al Capitán Ludd. Pero este líder en realidad era un personaje ficticio, inventado, con el que los obreros firmaban las cartas con las que amenazaban a los empresarios. El Ludismo toma forma como una reacción ante la incorporación de nuevas y mejoradas máquinas en las fábricas que significaba el despido de trabajadores, por eso en esas cartas los obreros amenazaban con la destrucción de maquinaria, a la cual, en esta primera fase del movimiento obrero, identificaban con el enemigo. La respuesta gubernamental a dicho movimiento llegó a suponer la ejecución de dieciocho ludistas en 1813. A partir de 1817 el movimiento empezó a decaer pero continuó en el campo inglés hasta los años 1830 y se extendió a otras regiones del continente europeo, como Barcelona, donde la Revolución industrial estaba adquiriendo cada vez más importancia. Pasemos ahora a hablar del Cartismo, ya que sí el Ludismo supuso la primera experiencia organizada de lucha real, el Cartismo lo supondrá como lucha política. Al igual que el ludismo el cartismo fue un movimiento propio de la primera etapa del movimiento obrero. Pero a diferencia de aquel, este tuvo una índole esencialmente política. El término procede de la “Carta del Pueblo”, documento enviado al Parlamento Británico en 1838, en el que se reivindicaba el sufragio universal masculino y la participación de los obreros en dicha institución. Los defensores del cartismo pensaban que cuando los trabajadores alcanzasen el poder político podrían adecuar las leyes a sus intereses de clase. La duración de este movimiento abarcó una década, entre 1838 y 1848. El cartismo supuso la toma de contacto de las masas obreras con la acción política. Hasta entonces habían concentrado su empeño en la conquista de mejoras de carácter laboral. El movimiento fracasó, entre otras causas, por las divisiones internas entre sus diversas tendencias, la moderada y la radical. Tanto el Cartismo como el Ludismo constituyeron una primera e importante experiencia para la clase obrera en su intento de mejora de las condiciones de vida. Eran movimientos que surgían en un periodo de cambio, en el que los obreros se estaban adaptando a un nuevo contexto que se convertirá en su hábitat durante casi los dos siguientes siglos. En la Oveya Negra entendemos que si de algo sirve el estudio del pasado es para entender mejor nuestro presente. Así, hemos podido ver como a partir de unos movimientos poco cohesionados, de corta duración y con una base ideológica poco definida, como fueron el Cartismo y el Ludismo, el movimiento obrero fue desplazándose hacia cauces más estructurados, que culpaban ya no a la máquina sino al propietario, al burgués. Forjándose así las organizaciones obreras, los primeros sindicatos y los partidos de clase, que daban un contenido político a las reivindicaciones de los trabajadores. Pero ese camino de evolución, de transformación de las luchas sociales, es un trabajo continuo, como lo es la vida misma. Y como sucedió con el Ludismo, estos movimientos surgen del enfrentamiento con elementos nuevos que en muchos casos desconocemos y no sabemos cómo enfrentarnos a ellos, así las luchas van toman forma a través del viejo pero infalible método de prueba y el error Y ahora nos encontramos, precisamente, en uno de esos momentos, lo prueba está en las nuevas formas que están adquiriendo los movimientos sociales que como en los casos que hoy tratamos, son intentos de adaptación a un nuevo contexto. Un contexto en el que hayamos a un viejo enemigo, pero bajo otra apariencia, ya no nos enfrentamos al primitivo capitalismo industrial basado en anterior dialogo capital-trabajo que dio forma a la clase obrera, ahora nos enfrentamos a un enemigo mucho más perfeccionado, que se alza victorioso sobre un mundo que domina ya por entero. En esta fase del capitalismo la información se ha convertido en su producto estrella, y términos como la confianza, varemos como la prima de riesgo o un simple cambio de una palabra como de gripe porcina a Gripe A, puede depender el hundimiento de un industria, de una economía.

    La Oveya Negra

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