Si observamos a nuestro alrededor,
nos damos cuenta que el contexto actual en el que funciona la economía, es un
contexto muy globalizado e interconectado. Multitud de factores como la
producción y el consumo, o la tipología de empresas y trabajadores, han sufrido
un gran cambio como consecuencia de esta globalidad económica.
Así, el marco económico, ya no responde tanto a
ese viejo capitalismo industrial y material que nos representó Charles Chaplin
en su película Tiempos modernos, sino que ahora es una economía financiera,
virtual e inmaterial, en el que los intercambios comerciales son un sistema
articulado de empresas-red, que operan a nivel transnacional saltándose
todo tipo de controles.
Un elemento clave para entender la
naturaleza de esta red, y las relaciones de intercambio de mercancías entre
países, es la asignación, a dedo, que hicieron los mercados a ciertas partes del
planeta como productoras para el mercado internacional de alimentos agrícolas
y de mano de obra. Esto, provocó y
provoca, que estos países se encuentren en una situación de dependencia ante
los estados receptores, debido a que realizan monocultivos de productos
agrícolas que no se corresponden a sus necesidades alimentarias y si a la de
las zonas que se destinan, y a que crean grandes masas de trabajadores que
salen de sus fronteras, evitando así, en conjunto, un desarrollo económico real de sus lugares
de origen.
Esta situación, va pareja a la
aparición de un nuevo mercado de trabajo y de una nueva tipología de
trabajadores.
Las formas de trabajo también están cambiando
dentro de la era de la globalización. Este nuevo tipo de trabajo tiene un gran
contenido inmaterial, el cual, se entiende, como el trabajo que produce el contenido
informativo y cultural del producto, que modifica el trabajo realizado por el
obrero en la industria y en el sector terciario,
donde las tareas se subordinan a la capacidad de tratamiento de la información,
es decir, a la promoción, publicidad y expectativas de venta del producto en
cuestión, de la que dependen diseños, calidades y tipos de materiales, así como
las cantidades producidas.
En relación
a las nuevas formas de trabajo, también aparece un nuevo tipo de trabajador.
Este trabajador debe ser extremadamente flexible, suficientemente o altamente
escolarizado, con facilidades para desplazarse, cambiar de empresa o domicilio
y de realizar funciones muy diferentes entre sí. Así mismo, debe entender y
asumir, que las características de sus derechos laborales no responden ya ha
criterios éticos, morales o sociales, sino a tendencias de mercado o crisis
económicas.
También debemos tener en cuenta otro
tipo de elementos que suelen escapar a los “análisis oficiales” de economía,
como son la existencia de monopolios y oligopolios automovilísticos,
farmacéuticos o alimenticios, la relación de las empresas transnacionales con
la corrupción política de los países (de lo que mucho saben en Latinoamérica
debido a las empresas españolas), o de la maquiavélica presión que ejercen
muchas empresas, a Estados y trabajadores, a través de la amenaza de la
deslocalización de sus fábricas. En definitiva, elementos que deberían estar
también dentro de un análisis que procure ser práctico, y pretenda reflejar la
realidad de todos factores económicos, sean o no, políticamente correctos tratarlos.
Así, la creciente capacidad de maniobra, dentro de
la economía global, de empresas y mercados, los hace prácticamente
todopoderosos ante unos Estados cada vez más empequeñecidos por su deuda. Se
está generando una sociedad centrada sólo en el consumo mercantil, por lo que
corre el peligro de convertirse en un simulacro de si misma, de degradar y
desgastar sus formas de solidaridad y empatía, hasta convertirse en simple agregado
de egoísmos excluyentes e individualizados, basados en datos de inversión y
beneficios, en donde tanto trabajadores como consumidores no son más que otro
elemento de la economía al que sacar beneficio.
0 comentarios: